¡Muy buenas! ¡Hoy es un Lunes feliz! ¡Parece que Madrid vive un nuevo amanecer!!!
Para los que me seguís, si habéis preparado alguna de las propuestas que os daba la semana pasada para vuestros menús veganos, seguramente tendréis todavía en la nevera algo de requesón y/o guacamole…
Así que vamos a preparar unas «tostas» de escándalo!!!
Lo primero aseguraos de tener un buen pan, un pan de verdad, si no lo habéis podido preparar vosotros mismos (en una de las entradas anteriores, pan artesano con masa madre, os explico cómo) y estáis por Madrid, os recomiendo un pan de «toda la vida», la panadería en la que mi madre compraba cuando yo era niña, se llama «Museo del Pan Gallego» y está en la plaza de Herradores, 9 (una plazoleta entre la calle Mayor y Arenal).
Tienen un auténtico horno de leña y un pan extraordinario, fermentado de forma natural, unas hogazas que son delicia pura, un pan que pesa en la bolsa y dura casi una semana sin endurecerse, un pan que cae bien en nuestros estómagos. No como esas masas congeladas que ahora venden por todas partes y son un simple «engrudo» que nos acidifica, un ladrillo para nuestra digestión.
Panes que no son panes, que no duran ni un día, que no han fermentado de forma natural, que sólo se pueden comer calientes, recién salidos de esos hornos industriales porque de otra forma no venderían ni una barra. Esos mal llamados panes que llevan mil «porquerías» incluidas levaduras químicas, azúcar, conservantes, colorantes y hasta leche en polvo…
El pan de verdad sólo tiene que llevar harina, agua y sal, más una levadura fresca natural que permita una fermentación durante varias horas o nuestra simple y sencilla masa madre, es decir, harina fermentada.
Si vais por allí, tenéis que llevaros lo que llaman «el pan del país» que son unas hogazas deliciosas con mezcla de trigo y centeno, es el pan más popular, también tienen un pan 100% de centeno con pasas ¡digno de mención!!!
Bien, y ya con una buena rebanada de buen pan, pasamos a preparar nuestra «tosta».
Elegimos un tomate, lo lavamos, lo cortamos en trocitos y lo trituramos con su piel y sus pepitas, sin nada de agua y sin pasarlo demasiado, si os queda algún trocito entero mejor que mejor.
Obtendremos una crema espesa de tomate natural deliciosa, ahora la untamos sobre nuestra rebanada y vertemos sobre ella un buen chorro de aceite de oliva vírgen, unos toques de orégano, unos toques de pimentón dulce, sal marina integral al gusto y por encima, unos trozos de «requesón» vegano, una buena cucharada de guacamole y alguna aceituna.
Para acompañar y completar lo que puede ser un desayuno increíble, unas nueces y unas pasas en el plato.
¿No se os hace la boca agua? ¿No os apetece???
¡Es una auténtica delicia!!! Pero vosotros poned a vuestras «tostas» lo que os apetezca, lo que tengáis por la nevera, siempre que la base sea un buen pan y una crema de tomate natural con aceite de oliva vírgen, el resto es ¡totalmente opcional!!
Probad y ¡veréis!!!
Un abrazo y como siempre, ¡mucha suerte!!!
V&V