Sopas de ajo con jengibre

Ya llega el invierno, ya nos han cambiado la hora, la tarde oscurece muy pronto y el frío entra hasta los huesos… en este Madrid, el Madrid de todos, en esta meseta castellana de temperaturas extremas, vamos necesitando una sopa que nos suba la temperatura, que agradezca nuestra boca, que nos alivie la garganta y atempere nuestros estómagos.

Quien no haya estado en Castilla en invierno, no podría comprenderlo; Soria, Ávila, León, Toledo, Segovia, Burgos, Cuenca o Guadalajara.. […] con Madrid en el centro de las dos Castillas. Aquí el invierno es largo, el frío es más que simple fresco de chaqueta y manta. La noche negra se vuelve eterna y los pueblos de piedra parecen atraer aún más las heladas. Por ello de aquí es una de las mejores sopas españolas, la sopa castellana o sopas de ajo, como antiguamente se llamaban.

Al principio, se preparaban y tomaban de forma muy parecida a la que os voy a enseñar, eso sí, sin jengibre. Normalmente la sopa se enriquecía con un huevo escalfado o batido, cuando buenamente se podía…

Posteriormente se le fueron añadiendo productos provenientes del cerdo, como el jamón principalmente y en algunos casos, también chorizo. Para distinguirse de judíos y musulmanes, pudiendo evitar así a la «Santa» Inquisición.

Muchos de los platos más populares de nuestra gastronomía tradicional en su origen eran estrictamente vegetarianos. La mayor parte de nuestros potes y potajes, así como cremas, sopas frías y calientes, gazpachos, ensaladas, majados, arroces, muchos estofados de patata, como las patatas a lo pobre, las patatas con setas (muy propias de esta época), eran sólo vegetales. Ya que la mayor parte de las familias no se podían permitir comprar o sacrificar sus animales para comer diariamente, y afortunadamente, esta tierra siempre ha sido muy fértil y de huertos ricos.

Además os puedo asegurar, que si habíais probado (seguramente sí) la sopa castellana que se sirve usualmente en los restaurantes o en vuestras casas, la que lleva jamón y huevo. No echaréis de menos ningún sabor, nada en absoluto, pues el sabor auténtico, ese caldito reconstituyente engordado con un buen pan, nos lo van a dar los productos de la tierra. Un buen caldo de verduras como base, el ajito, por supuesto, pimentón de la Vera y aceite de oliva vírgen, ¿para qué más? ¿¿PARA QUÉ MÁS?? Como siempre digo, aunque no fuésemos veganos de corazón y conciencia, nos bastaría con tomarla así, sólo por el sabor, sólo por nuestra salud… porque no necesitamos más, nada más…

En fin … os voy a contar como preparo mis sopas de ajo con jengibre, porque yo añado también un poco de jengibre para aumentar el efecto calor, sin olvidar los innumerables beneficios de esta raíz asiática, si os interesa saber un poco más, tengo una entrada sobre el jengibre y sus propiedades.

Ingredientes (para 4/6 raciones):

  • 1 cebolla
  • 1 puerro
  • 2 zanahorias
  • 7 dientes de ajo (tamaño medio)
  • 1 trozo de raíz de jengibre (similar en tamaño a 2 dientes de ajo)
  • 2 litros de agua
  • 1 cucharada de pimentón de la vera (dulce)
  • 2 chorritos de aceite de oliva vírgen
  • 1/2 barra de pan duro
  • Sal marina integral al gusto

Lo primero necesitamos una buena base, un buen fondo, un caldito de verduras que nos de sabor y aromas. Lo haremos de forma muy sencilla pero muy sabrosa.

Pelamos y partimos en trozos grandes la cebolla, el puerro y las zanahorias, aplastando 2 dientes de ajo enteros con su piel. Echamos un chorrito de aceite de oliva en una cacerola y añadimos estos ingredientes para sofreírlos durante unos minutos con una pizca de sal.

Una vez sofrito durante unos 5 minutos, añadimos 2 litros de agua, bajamos el fuego para mantenerlo a una potencia media-baja y lo cocemos durante un mínimo de 1 hora, para que sea un caldo con substancia y sabor!!!

Transcurrido este tiempo, tocamos para asegurarnos que las verduras estén muy blanditas, hayan soltado toda su esencia y probamos el caldito. Veremos que la cantidad de liquido ha reducido un poco, si después necesitamos algo más, simplemente añadiremos un poco de agua.

Ahora en otra cacerola añadimos otro chorrito de aceite de oliva, pelamos y laminamos los 5 dientes de ajo restantes y el trozo de raíz de jengibre. Y nos ponemos a dorarlo todo a fuego medio.

Es importante dorarlo ligeramente, en ningún momento tostarlo demasiado o nos podría amargar la sopa. Mientras se va haciendo nuestro ajito, aprovechamos para ir cortando la 1/2 barra de pan duro en laminas.

Una vez tengamos el ajito y jengibre doraditos…

Añadimos inmediatamente el pan y vamos sofriendo todo junto durante unos minutos

Cuando tengamos el pan bien mezclado con el ajo y ligeramente crujiente, retiramos del fuego y añadimos el pimentón de la vera. Recordad que el pimentón siempre se agrega fuera de fuego, pues si se tuesta amarga de la misma forma que el ajo excesivamente dorado.

Volvemos a mezclar muy bien para que el pimentón quede impregnado en el pan, ya sólo nos queda añadir nuestro buen caldo de verduras y llevarlo de nuevo al fuego. Probamos, añadimos sal al gusto y dejamos que cueza a fuego medio durante unos 15 minutos para que todos nuestros sabores se mezclen bien …. Mmmmhhh!!!

¡Qué delicioso aroma!!, ¿verdad? ¿no lo oléis? …

Por último apagamos el fuego, servimos bien caliente y a disfrutar y reponernos de fríos y humedades!!!! No hay otra sopa igual!! Os lo garantizo!!! Dicen que estas sopas de ajo son capaces de levantarnos de la cama, por muy mala que sea nuestra dolencia…

Un abrazo enorme, espero que os gusten mucho y os preparen para el invierno.

V&V

3 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Ruth dice:

    Dos platos en uno! Con las verduritas una buena crema. Rico….

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    1. Buena idea Ruth, pruébalo y me cuentas!!!

      Me gusta

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