
¡Muy buenas compañer@s!!! Aquí estoy de vuelta con otra receta sencilla, deliciosa y vegana, por supuesto…
¿Habéis probado alguna vez las rosquillas crujientes de anís? Son rosquillas duras, no las blanditas y esponjosas fritas, éstas se hacen al horno y quedan tipo galleta, pero con su sabor a rosquilla tradicional de anís, a mí me chiflan… Son parecidas a los tradicionales bizcochos de soletilla, esos bizcochitos alargados y duritos tan ricos…
Son facilísimas de preparar y siempre quedan bien, estupendas para acompañar con un café, una taza de chocolate o un vaso de la leche vegetal que nos apetezca, combinan bien con todo. ¿Os apetece prepararlas este fin de semana? Pues seguidme que os cuento:
Ingredientes: (para unas 20 rosquillas)
- 500 grs. de harina (de todo uso)
- 250 grs. de azúcar
- Aprox. 10 grs. de levadura en polvo (2 cucharaditas colmadas)
- 1 vasito de aceite de oliva vírgen
- 1 vasito de anís
- 1 vasito de leche vegetal templada (la que más os guste)
- 1 puñadito de anisetes
- 2 limones
Pues si ya tenemos todo, empezamos, lo primero vamos a tamizar la harina, para que caiga más fina y se airee. Si no tenemos tamizador, un colador grande nos servirá igual. Utilizaremos un recipiente con una profundidad y tamaño que nos permita mover fácilmente los ingredientes, para ir formando la masa.

Una vez tamizada toda la harina, hacemos lo mismo con el azúcar y seguidamente añadimos la levadura en polvo. Mezclamos todos los ingredientes secos muy muy bien y dejamos un hueco en medio tipo volcán.


En el hueco, vertemos el vasito de aceite de oliva, el vasito de anís e inmediatamente rallamos la piel (bien limpia) de los dos limones sobre nuestro recipiente, para después exprimir su zumo y añadirlo también a nuestro volcán.

Ahora comenzamos a mezclar a conciencia directamente con las manos (bien limpias), desde afuera hacia adentro, así hasta ir formando una masa. Aquí veréis una masa compacta que necesita más humedad, para ello id agregando poco a poco el vasito de leche vegetal templada mientras seguís amasando y mezclando con las manos. La masa en este punto estará muy pegajosa y poco manejable, es normal, la tapamos con un trapo de cocina y dejamos reposar durante al menos media hora.

Después del reposo la masa habrá adquirido algo más de consistencia, pero seguirá blandita y pegajosa, es lo que buscamos, una masa blanda, de otra forma, las rosquillas podrían quedar demasiado duras.
Es el momento de enharinar nuestra superficie de trabajo, volcar la masa y comenzar a trabajarla durante unos minutos, ¡ah! importante, ponemos ahora el puñadito de anisetes.

Cuando hayamos amasado durante un rato sin parar o amasando durante cinco minutos para dejar un reposo de otros cinco y así hasta que nuestra masa vaya homogeneizando y tomando consistencia, la volvemos a depositar en el recipiente y permitimos un reposo de un par de horas, si guardamos la masa de un día para otro aún mejor, para ello cerrad con film transparente y meted el recipiente en la nevera.


Ya tenemos la masa perfecta, lo único que nos queda es ir pellizcando porciones, formar con éstas unas bolitas y con el dedo, hacer un agujero en el medio, procurad hacer el agujero bien grande, ya que luego en el horno, cuando la masa crezca, tenderá a desaparecer…


Por último cubrimos una bandeja de horno con papel especial para el mismo, espolvoreamos azúcar al gusto e introducimos nuestras rosquillas durante un máximo de 20 minutos a 170ºC.

Y las sacamos inmediatamente, aunque os parezca que aún están blandas igualmente sacadlas del horno, mientras se enfrían tomarán la consistencia adecuada.





Y ahora a disfrutarlas… para merendar, desayunar, con un cafetito de media mañana o un buen vaso de leche de avellanas fresquita… ¡¡¡Mmmmhhhh!!! Están riquísimas compañer@s, ¡¡¡las tenéis que probar!!!

Un abrazo enorme y hasta muy muy prontito.
V&V