Pan Pretzel Vesponjoso

Muy buenas compañer@s,

¿Habéis probado alguna vez los Pretzels? Yo los recuerdo cuando era pequeña, tipo galletita salada en miniatura, con su forma típica y también en palito. Así eran bastante comunes en Madrid y me encantaban, ese toque tan saladito y con ese tueste y aroma tan particular…

Después he probado ya de adulta los clásicos grandes, tanto en Alemania como en EE.UU. y me han entusiasmado… últimamente los recordaba mucho, pero por Madrid no es fácil encontrarlos, aparte que ya no me arriesgo a consumir nada si no estoy segura al 100% que es un producto vegano.

Se conocen como Pretzel, Bretzel o Bretzzila y son originarios de Alemania, en concreto de la región de Baviera, aunque también se ha extendido mucho su consumo en Alsacia (región noreste de Francia limítrofe con Alemania), Suiza, Austria y EE.UU. Existen dos tipos de Pretzel, el más durito tipo galleta y el más blandito tipo pan.

Su color, aroma y sabor tan característico se consigue con una técnica muy especial, han de escaldarse o hervirse brevemente en abundante agua con unas gotas de sosa caustica o lejía, justo antes de hornear, es así y sólo así como se consigue un auténtico Pretzel…. pero para evitarnos cualquier riesgo, vamos a hacerlo con una solución alcalina alternativa y totalmente inocua como es el bicarbonato sódico, el bicarbonato más común que encontraréis en cualquier tienda….

Nuestros Pretzels van a ser blanditos, muy esponjosos y por supuesto, veganos, por lo que sustituiremos las mantecas originales por aceite de oliva, la miel por sirope de ágave y la leche animal por cualquier leche vegetal, la que más os guste, yo he usado leche de avena y han quedado riquísimos… ¡Mmmhhh!!!

¿Os apetece empezar? Seguidme que os cuento…

Ingredientes (para 8 unidades):

  • 500 grs. de harina (todo uso)
  • 25 grs. de levadura viva (también llamada fresca o de panadero)
  • 1/2 vaso de agua templada
  • 1 vaso de leche vegetal templada
  • 1/2 vaso de aceite de oliva virgen
  • 2 cucharaditas de sirope de ágave (también podríais utilizar sirope de savia de arce o miel de caña)
  • 2 cucharaditas de sal fina
  • Sal marina gruesa (sal de hornear) al gusto para la superficie

Para el escaldado o hervido previo al horneado:

  • 2 litros de agua
  • 100 grs. de bicarbonato sódico

Pues bien, ya veis que son ingredientes muy usuales y económicos, la receta, como cualquier receta de pan tradicional fermentado, nos va a llevar un tiempo, pero es fácil y mientras fermenta nuestra masa, podemos dedicarnos a otra cosa…

Lo primero vamos a activar la levadura, para ello, elegimos un recipiente de buen tamaño que después ha de albergar toda la masa. En este recipiente ponemos un par de cucharadas soperas de nuestra harina y con los dedos vamos rompiendo primero el cubito de levadura viva sobre la harina, para después añadir poco a poco 1/2 vasito de agua templada mientras mezclamos con una cuchara sin parar, hasta formar una masa ligera. Cuando ya la tengamos lista, tapamos con un film transparente o un trapito húmedo y dejamos reposar entre 20 y 30 minutos para que la levadura empiece a actuar.

Una vez la levadura activada, añadimos el resto de la harina y mezclamos lo mejor posible, seguidamente echamos el aceite, volvemos a mezclar, la leche de avena templada poco a poco, mezclamos muy muy bien, después el sirope, mezclamos de nuevo y por último la sal, para terminar mezclando con la cuchara hasta que tengamos una mayor consistencia y vuelve a ser momento de reposo, otros 20 ó 30 minutitos para que se asiente.

Pasado este segundo reposo, es momento de enharinar una superficie limpia, volcar nuestra masa y empezar a amasar, poco a poco, suavemente, acariciándola, doblándola, apretándola y volviéndola a doblar… así unos pocos minutos, luego dejamos reposar otros tantos y volvemos a amasar, repetimos dos o tres veces, e iremos notando la masa cada vez más homogénea y más ligera, puesto que la levadura sigue su curso… amasamos hasta que consideremos que tenemos una masa en su punto, lo iréis sintiendo por la textura, el olor, el peso y que ya no se os pega entre los dedos…

Es momento de limpiar nuestro recipiente, untar unas gotitas de aceite por el interior, poner de nuevo la masa, cubrirla y ya dejarla reposar entre 2 y 3 horas para que fermente bien y suba. Es recomendable dejar reposar en un lugar cálido, idealmente junto a un radiador si estamos en invierno.

Finalizando este reposo, la masa estará totalmente fermentada y habrá crecido más o menos así…

Vuelta a enharinar nuestra superficie de trabajo, volcamos otra vez la masa, tratándola con el máximo cuidado posible, pues no queremos que pierda todo su aire, notareis que es muy ligera y esponjosa….

Ahora vamos a dividirla por mitades hasta conseguir 8 partes iguales.

Y con uno de los trozos de masa, hacemos una bolita y empezamos a alargarla…

La ponemos en forma de «U» invertida.

Y hacemos una primera lazada.

Ahora una segunda lazada.

Tomamos los dos extremos, los levantamos y los pegamos sobre la base.

Giramos su posición y ya tenemos hecha la forma característica del Pretzel. Pues así, con un poquito de paciencia, vamos haciéndolos todos. Cuando tengamos ya todos formados, ponemos los 2 litros de agua a hervir en una cacerola lo más ancha posible, en cuanto el agua entre en ebullición, echamos los 100 grs. de bicarbonato, veréis que sube como si se fuese a salir, «trankis», inmediatamente vuelve a bajar, ése es el momento para introducir nuestro primer Pretzel en el agua, dejamos que hierva 1 minutito por cada lado y sacamos rápidamente con una espumadera o paleta. Así hemos de hacerlo con todos, uno a uno….

Cuando los tengamos todos escaldados, cubrimos una bandeja de horno con papel especial para el mismo y espolvoreamos sal marina gruesa al gusto sobre ellos.

Y ya sin más nos vamos al horno ¡¡¡Por fín!!!… Serán aproximadamente 20 minutos a 170ºC, pero estad atent@s, cuando ya los veáis tostaditos por encima, con su color tan peculiar, los podéis sacar, no hay que esperar a que pasen los 20 minutos.

Ya solo nos queda esperar a que se enfríen, recordad que es pan y el buen pan fermentado nunca se come caliente, hemos de esperar a que termine de hacerse bien su miga por dentro, por eso han de estar totalmente fríos, si no, tendrán sabor a masa cruda y no es agradable…

Cuando ya estén los panes Pretzel del todo fríos, los podremos degustar, comerlos tal cual o utilizarlos para acompañar cualquier plato, abrirlos y rellenarlos de uno de nuestros buenos patés veganos de queso, sobrasada, foie gras, berenjena o hummus escabechado. También son deliciosos con mermelada y crema de cacahuete… la variedad es infinita… imaginación compañer@s… ¡¡¡Qué ricos!!!

¡¡¡A disfrutar!!! Ya sé que es una receta que requiere su tiempo y dedicación, aunque también es muy sencilla y económica… probad un fin de semana o uno de vuestros días libres.

En fin, ésto es todo por hoy, mucha suerte y ya me contaréis qué os parece…

Un abrazo enorme.

V&V

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Margaly Vgn dice:

    jo, que ricos 🙂

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    1. ¡¡¡Síiii!!! Están buenísimos!!!

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